Este texto forma parte de una investigación que busca descubrir qué nos define como seres humanos. La experiencia que describe evoca la famosa prueba de la película Blade Runner, diseñada para diferenciar a los humanos de las entidades artificiales que aparentan serlo.
Surge una pregunta intrigante: ¿Podría yo mismo ser un androide sin saberlo? ¿Superaría una prueba como esa? El artefacto en cuestión, llamado Dreamachine, se utiliza para analizar cómo el cerebro humano construye nuestras percepciones conscientes del mundo.
Al comenzar el parpadeo de la luz estroboscópica, a pesar de tener los ojos cerrados, empiezo a visualizar figuras geométricas en dos dimensiones que giran y se transforman. La sensación es comparable a entrar en un caleidoscopio viviente, con formas como triángulos, pentágonos y octágonos en constante movimiento. Los colores, vibrantes y eléctricos rosados, magentas y turquesas, se iluminan como si fueran luces de neón.
La Dreamachine expone la actividad interna del cerebro mediante estímulos visuales intermitentes, con el propósito de entender cómo se desarrollan nuestros pensamientos. Según los científicos, las imágenes que percibo son únicas y reflejan mi propio paisaje mental. Consideran que estos patrones podrían ofrecer pistas clave sobre la naturaleza de la conciencia. En voz baja, me escuchan decir: “Es hermoso, increíblemente hermoso. ¡Siento que estoy volando dentro de mi mente!”